The cloisters in the Santa Catalina Monastery.The Monasterio de Santa Catalina is a cloistered convent located in Arequipa, Peru. It was built in 1580 and was enlarged in the 17th century. The over 20,000-square-meter monastery is predominantly of the Mudéjar style, and is characterised by the vividly painted walls. There are approximately 20 nuns currently living in the northern corner of the complex; the rest of the monastery is open to the public.[citation needed]

The founder of the monastery was a rich widow, Maria de Guzman. The tradition of the time indicated that the second son or daughter of a family would enter religious service, and the convent accepted only women from high-class Spanish families. Each nun at Santa Catalina had between one and four servants or slaves, and the nuns invited musicians to perform in the convent, gave parties and generally lived a lavish lifestyle. Each family paid a dowry at their daughter's entrance to the convent, and the dowry owed to gain the highest status, indicated by wearing a black veil, was 2,400 silver coins, equivalent to US$50,000 today. The nuns were also required to bring 25 listed items, including a statue, a painting, a lamp and clothes. The wealthiest nuns may have brought fine English china and silk curtains and rugs. Although it was possible for poorer nuns to enter the convent without paying a dowry, it can be seen from the cells that most of the nuns were very wealthy.

In 1871 Sister Josefa Cadena, a strict Dominican nun, was sent by Pope Pius IX to reform the monastery. She sent the rich dowries back to Europe, and freed all the servants and slaves, giving them the choice of remaining as nuns or leaving. In addition to the stories of outrageous wealth, there are tales of nuns becoming pregnant, and amazingly of the skeleton of a baby being discovered encased in a wall. This, in fact, did not happen in Santa Catalina, and there are rumours of the same story in the nearby Santa Rosa convent, as well.

The convent once housed approximately 450 people (about a third of them nuns and the rest servants) in a cloistered community. In the 1960s, it was struck twice by earthquakes, severely damaging the structures, and forcing the nuns to build new accommodation next door. It was then restored and opened to the public. This also helped pay for the installation of electricity and running water, as required by law.

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El claustro de la Santa Catalina monastery.The Monasterio de Santa Catalina es un convento de clausura situado en Arequipa, Perú. Fue construido en 1580 y fue ampliada en el siglo 17. Los más de 20.000 metros cuadrados monasterio es predominantemente de estilo mudéjar, y se caracteriza por las paredes pintadas vívidamente. Hay aproximadamente 20 monjas que viven actualmente en la esquina norte del complejo;. El resto del monasterio está abierto al público [cita requerida]

El fundador del monasterio era una viuda rica, María de Guzmán. La tradición de la época indicaron que el segundo hijo o hija de una familia que entrará en servicio religioso, y el convento aceptado sólo las mujeres de las familias españolas de clase alta. Cada monja en Santa Catalina tenía entre uno y cuatro sirvientes o esclavos, y las monjas invitó a los músicos para llevar a cabo en el convento, dio a las partes y, en general vivió un estilo de vida lujoso. Cada familia paga una dote a la entrada de su hija al convento, y la dote debía obtener el estatus más alto, indica que llevaba un velo negro, fue 2.400 monedas de plata, equivalente a 50.000 dólares EE.UU. de hoy. Las monjas se requiere también para que 25 elementos en la lista, incluyendo una estatua, un cuadro, una lámpara y la ropa. Los más ricos monjas podrían haber traído porcelana fina Inglés y cortinas de seda y alfombras. A pesar de que era posible que más pobres monjas para entrar en el convento sin tener que pagar una dote, que puede verse en las células que la mayoría de las monjas eran muy ricos.

En 1871 Sor Josefa Cadena, una monja estricta Dominicana, fue enviado por el Papa Pío IX a la reforma del monasterio. Envió a las dotes ricos de nuevo a Europa, y liberó a todos los siervos y esclavos, dándoles la opción de permanecer como monjas o salir. Además de las historias de la riqueza escandalosa, hay cuentos de monjas de quedar embarazada, y sorprendentemente del esqueleto de un bebé que descubrió encerrado en una pared. Esto, de hecho, no ocurrió en Santa Catalina, y hay rumores de la misma historia en el cercano convento de Santa Rosa, también.

El convento albergó alrededor de 450 personas (alrededor de un tercio de ellos monjas y los siervos de descanso) en una comunidad de clausura. En la década de 1960, fue golpeado dos veces por terremotos, dañando severamente las estructuras, y obligando a las monjas para construir nuevas viviendas al lado. Fue restaurado y abierto al público. Esto también ayudó a pagar por la instalación de electricidad y agua corriente, como lo requiere la ley.