En el conventillo, existían como cuarenta piezas en el primer piso y las mismas sobre ella. De manera paralela y separada por una calle central, un zaguán, de unos cinco metros de ancho, había otro tanto más, igual que la anterior. Eran fabricadas de adobe y de gruesas paredes del siglo pasado, pero deterioradas, ajadas y destruidas en sobremanera por el paso del tiempo, el clima y los terremotos.
Había también, dos canaletas que recorrían todo el largo sitio, una por cada nave. Realizadas por la pala y la picota en el patio interior, en donde los moradores botaban sus desechos de orín y excrementos, amén de cualquier basura que pudiera salir de allí, llegando hasta las afueras de la calle y el recorrido se perdía en las largas y prolongadas bajadas del cerro.