Raúl Pavlotzky 1918, Israel (then Mandatory Palestine) - 1998, Uruguay House in Jerusalem, 1970s Original Hand-Signed Mixed media on Plexiglass
Signature Description: Hand-signed upper right Technique: Mixed media on plexiglass Image Size: 45 x 23 cm / 17.72" x 9.06 inch Frame: The painting is matted and framed Condition: Good condition, stable, complete condition with no breakage, scratches, repairs, wear, cracks, paint peelings or losses, light surface curvature.
RAUL PAVLOTZKY (Uruguayan, 1918 - 1998) Raúl Pavlotzky (1918 - 1998) was born in
Israel, but lived, studied and created in Uruguay. The artist Raúl Pavlotzky was
born in Israel in 1918, and lived, studied and created in Uruguay as of 1930. Pavlotzky studied with Guillermo Laborde and
José Cúneo, and in the 1950s was linked to the group of geometric artists whose
precursors were José Pedro Costigliolo and María Freire. He was also among the
earliest concrete artists. Later he was the founder of "Grupo 8,"
another reference point for the vernacular avant-garde. As of 1942 he participated in the National
Salons and as of 1943 in Municipal Salons. In 1942, he won the Prize for
foreign artists at the National Fine Arts Salon. He represented Uruguay in various foreign
exhibitions. Pavlotzky showed individually as of 1959 in
Montevideo, Buenos Aires, Jerusalem, Beer Sheva and Tel Aviv. As founding
member of "Grupo 8" he participated in group shows at the
Museum of Modern Art of Buenos Aires, at the University of Chile, and in Prague,
and participated in different abstract art exhibitions in Uruguay, Israel,
Brazil, United States, Poland, Sweden and Venezuela. His most noteworthy work was produced in the
1950s, '60s and '70s, after abandoning his first period of figuration and
before becoming involved, in the 1980s and '90s, in his final stage of urban
landscapes. He is to be remembered for that highly successful stage. Following his geometric stage Pavlotzky made
incursions into informalism. His silk-screens were striking from the outset
because of the fineness of the color and his display of refined, masterly
technique. His followers during the 1960s remember the subtlety and delicacy of
those works. One of his most noteworthy series consists of
his large-format collages done during the 1970s. Here his palette is very much
controlled, in works where scrap plays a fundamental role. Dramatic, severe,
and in keeping with a style linked to materials and process art, they are very
much representative of a current in Uruguayan art linked at that time to the
proposals of Burri and Tápies. Another series to be taken into account are the
prints done after his stay in New York at the Pratt Institute, and after his
time at the studio of Liliana Porter and Luis Camnitzer. By then Pavlotzky had
more than proven his skill as a silk-screener. He had stood out in Uruguay in
that discipline, which he later enriched with other experiences in printmaking
in the New York context. By melding abstract elements and some very subtle
figurative details Pavlotzky achieved successful images in a conjunction of
printmaking techniques. Those prints are today among the best of his
production. Unfortunately, many people who did not see his
exhibitions in the 1950s, '60s and '70s are unaware of the importance of those
periods of Pavlotzky, and are familiar only with his last stage, which is very
well known today. Pavlotzky's work that warrants remembering was produced by
him over decades in the experimental field, in the series of collages,
paintings and prints in which he shone as creator. He should also be remembered
for his contribution to silk-screening, not only for his own expressiveness,
but also for his consummate mastery of technique that with great refinement
brought to the plate many images admired today in galleries, museums and
buildings.
Nace en Israel en 1918 y vivió, estudió y creó
en el Uruguay desde 1930. En este país se hizo ciudadano legal y se integró con
entusiasmo a diversos grupos artisticos. Pavlotzky
estudió con Guillermo Laborde y José Cúneo y luego se vinculó en la década del
50 con el grupo de geométricos del que fueran precursores José Pedro
Costigliolo y María Freire. El también se encontró entre los concretistas de
primera hora. Más adelante fue fundador del «Grupo 8», otro punto de referencia
para las vanguardias vernáculas. Desde la década del 50 y hasta fines de los 70
se encontró entre los artistas experimentales del Uruguay. Desde
1942 participó en Salones Nacionales y luego desde 1943 en Salones Municipales.
En 1942 obtuvo el Premio a artistas extranjeros en el Salón Nacional de Bellas
Artes. Recibió numerosos premios en las décadas del 40, 50 y 60 en los Salones
Municipales y las obras galardonadas hoy integran el acervo del Museo Blanes.
En 1959 se le otorgó el Primer Premio del Salón Nacional y ese año también fue
distinguido en la muestra internacional de arte de Punta del Este. Sus éxitos
continuaron y en 1960 recibió el Primer Premio en el Certamen «Warthein» en
Buenos Aires. En 1969 se hizo acreedor al Primer Premio del Concurso FUNSA. Representó
al Uruguay en diversas muestras extranjeras. Cabe recordar que en 1958 fue
invitado a exponer en la Bienal de San Pablo integrando el envío uruguayo y en
1962. Tambien en el año 1962 fue seleccionado para representar al Uruguay
en la Primera Bienal de Córdoba. Pavlotzky
expuso en forma individual desde 1959 en Montevideo, Buenos Aires, Jerusalén,
Beer Sheva y Tel Aviv. En su calidad de miembro fundador del «Grupo 8», expuso
en forma colectiva en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en la Universidad
de Chile y en Praga y participó en diversas muestras de arte abstracto en el
Uruguay, Israel, Brasil, Estados Unidos, Polonia, Suecia y Venezuela. Sus obras
integran colecciones del Museo Blanes, Museo de Arte Modernos de Buenos Aires,
Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro, Universidad de Dallas, Pinacoteca
Municipal de Porto Alegre y varias colecciones privadas. Su
obra más destacada la produjo en los años cincuenta, sesenta y setenta, luego
de abandonar la primera figuración y antes de entregarse, en los años ochenta y
noventa, a su última etapa de paisajes urbanos. Conviene recordarlo por esa
etapa de numerosos aciertos. Pavlotzky
hizo, luego de su faz geométrica, incursiones en el informalismo. Sobre ese
período sostiene García Esteban: «Las manchas vaporosas, dinámicas y de
elegante cromatismo, algo fáciles, con las que se inicia en la corriente,
admiten luego una cierta regularidad y se encorpan por la calidad de la
materia empleada. Saca partido de los ejemplos mejores del arte otro, pero no
abandona la ilusión espacial. La estructura organizada subyace en la dispersión
de las zonas de color y éstas tienen, efectivamente, real adhesión al
rectángulo.» Llamó
la atención desde el principio la fineza de color y el despliegue de técnica
depurada y gran oficio de sus serigrafías. Sus adeptos de los años sesenta
recuerdan la sutileza y delicadez de esas obras. Una
de sus series más estimables es la de collages de gran formato realizada en la
década del 70. Se trata de obras de paleta muy controlada en las que tiene una
presencia fundamental la chatarra. Dramáticas, severas y alineadas en un estilo
vinculado al arte matérico, representan bien toda una corriente del arte
uruguayo de entonces afiliada a las propuestas de Burri y Tápies. Otra
serie a tener en cuenta es la de grabados realizados luego de su estada en
Nueva York en el Instituto Pratt y luego de su tránsito por el taller de
Liliana Porter y Luis Camnitzer. Para entonces Pavlotzky ya había probado con
creces su destacado oficio como serígrafo. Sobresalió en el Uruguay en esa
disciplina que enriqueció luego con otras experiencias en grabado aprendidas en
el medio neoyorquino. Aunando elementos abstractos y algunos detalles
figurativos muy sutiles, Pavlotzky logró a partir de esa conjunción de técnicas
de grabación, imágenes acertadas y esos grabados se encuentran entre lo mejor
de su producción. Desafortunadamente
mucha gente que no frecuentaba exposiciones en los años cincuenta, sesenta y
setenta desconoce la importancia de esos períodos de Pavlotzky y tiene en mente
sólo la última etapa que es muy divulgada hoy en día. La obra de Pavlotzky que
merece ser recordada, es la del artista que estuvo durante décadas en el
terreno experimental, la del creador que se explayó en esas series de collages,
pinturas y grabados. También cabe recordar su aporte a la serigrafía, no sólo
en su propio terreno expresivo sino como técnico consumado que llevó a la
plancha con gran refinamiento, muchas imágenes de sus colegas hoy apreciadas en
galerías, museos y edificios. Alicia
Haber
Extraído
del MUVA-Museo Virtual de Artes – Diario El Pais.
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