Joan MIRÓ (1893-1983)
Lithographie ~ Lithograph
Très belle lithographie en offset.

Titre : MIRÓ GAVEUR, Tome 1, 1928-1960.

Dimensions : 81,5 x 47,5 cm.

Très bon état.





Beautiful offset lithograph.

Titled:
MIRÓ GAVEUR, Tome 1, 1928-1960.

Sizes: 32.1" x 18.7" in.

Mint condition.

Benezit, Drouot, Akoun, Artprice, salle de ventes

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Biographie :

Joan Mirò est né à Barcelone le 20 avril 1893, d'un père horloger et d'une mère ébéniste.
Malgré un talent inné et un goût très prononcé pour le dessin, c'est pourtant au commerce qu'il est destiné.
A l'âge de quatorze ans, il entre à l'école de commerce de Barcelone, tout en continuant à s'intéresser à la peinture et en assistant aux cours de l'école des Beaux-Arts.
Après une dépression nerveuse, il abandonne tout en 1912 pour se consacrer à sa véritable passion, l'art. Il découvre la peinture cubiste et expose pour la première fois en 1918.
En 1920, il se rend à Paris où il rencontre Picasso. Il y retourne en 1921 où il organise sa première exposition personnelle, dans une période de grande pauvreté.
En 1923, après une exposition sur "La peinture surréaliste" à laquelle il participe, il se lie au groupe surréaliste.
En 1929, il se marie et le couple s'installe à Paris. Il aura une fille, Maria Dolorès.
Grand voyageur pendant la guerre civile d'Espagne, il découvre Londres, la Hollande, la Belgique et les États-Unis où il exposera.
Peintre, céramiste, sculpteur, l'œuvre qu'il laisse est immense, à la mesure du talent, de l'imagination et de la créativité de ce peintre d'exception.
En 1975 a lieu l'inauguration officielle de la Fondation Joan Miró à Barcelone. L'artiste y fait une donation de 5000 dessins.
Dès 1956, il s'est installé à Palma de Majorque, où un ami architecte lui a construit une villa et a vendu la
maison familiale de Barcelone.
Il y meurt un jour de Noël, le 25 décembre 1983 et est enterré au cimetière de Barcelone.


Biografia:
    
(Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, España, 1983) Pintor, escultor, grabador y ceramista español. Estudió comercio y trabajó durante dos años como dependiente en una droguería, hasta que una enfermedad le obligó a retirarse durante un largo periodo en una casa familiar en el pequeño pueblo de Mont-roig del Camp.
De regreso a Barcelona, ingresó en la Academia de Arte dirigida por Francisco Galí, en la que conoció las últimas tendencias artísticas europeas. Hasta 1919, su pintura estuvo dominada por un expresionismo formal con influencias fauvistas y cubistas, centrada en los paisajes, retratos y desnudos.
Ese mismo año viajó a París y conoció a Picasso, Jacob y algunos miembros de la corriente dadaísta, como Tristan Tzara. Alternó nuevas estancias en la capital francesa con veranos en Mont-roig y su pintura empezó a evolucionar hacia una mayor definición de la forma, ahora cincelada por una fuerte luz que elimina los contrastes. En lo temático destacan los primeros atisbos de un lenguaje entre onírico y fantasmagórico, muy personal aunque de raíces populares, que marcaría toda su trayectoria posterior.
Afín a los principios del surrealismo, firmó el Manifiesto (1924) e incorporó a su obra inquietudes propias de dicho movimiento, como el jeroglífico y el signo caligráfico (El carnaval del arlequín). La otra gran influencia de la época vendría de la mano de P. Klee, del que recogería el gusto por la configuración lineal y la recreación de atmósferas etéreas y matizados campos cromáticos.
En 1928, el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió dos de sus telas, lo que supuso un primer reconocimiento internacional de su obra; un año después, contrajo matrimonio con Pilar Juncosa. Durante estos años el artista se cuestionó el sentido de la pintura, conflicto que se refleja claramente en su obra. Por un lado, inició la serie de Interiores holandeses, abigarradas recreaciones de pinturas del siglo XVII caracterizadas por un retorno parcial a la figuración y una marcada tendencia hacia el preciosismo, que se mantendría en sus coloristas, juguetones y poéticos maniquíes para el Romeo y Julieta de los Ballets Rusos de Diaghilev (1929). Su pintura posterior, en cambio, huye hacia una mayor aridez, esquematismo y abstracción conceptual. Por otro lado, en sus obras escultóricas optó por el uso de material reciclado y de desecho.
La guerra civil española no hizo sino acentuar esta dicotomía entre desgarro violento (Cabeza de mujer) y
evasión ensoñadora (Constelaciones), que poco a poco se fue resolviendo en favor  de una renovada 

serenidad, animada por un retorno a la ingenuidad de la simbología mironiana tradicional (el pájaro, las estrellas, la figura femenina) que parece reflejar a su vez el retorno a una visión ingenua, feliz e impetuosa del mundo. No resultaron ajenos a esta especie de renovación espiritual sus ocasionales retiros a la isla de  Mallorca, donde en 1956 construyó un estudio, en la localidad de Son Abrines.
Entretanto, Miró amplió el horizonte de su obra con los grabados de la serie Barcelona (1944) y, un año después, con sus primeros trabajos en cerámica, realizados en colaboración con Llorens Artigas. En las décadas de 1950 y 1960 realizó varios murales de gran tamaño para localizaciones tan diversas como la sede de la Unesco en París, la Universidad de Harvard o el aeropuerto de Barcelona; a partir de ese momento y hasta el final de su carrera alternaría la obra pública de gran tamaño (Dona i ocell, escultura), con el intimismo de sus bronces, collages y tapices. En 1975 se inauguró en Barcelona la Fundación Miró, cuyo edificio diseñó su gran amigo Josep Lluís Sert.