One bearer share of 500 pesetas of "COMPAÑIA IBERO AMERICANA DE PUBLICACIONES SA" (CIAP) Madrid 1925. First issue.(Spain). Condition (opinion): Fine (F). Capital 600,000 pesetas appears mentioned by mistake shares that are represented by 120 when in reality there are 1200 shares.
Distinguished poet Juan Ramon Jimenez was hired by the company in 1928 .
Handwritten signature at right of Manuel Luis Ortega the founder of the former Editorial Ibero-Afro-American on which this Company is based.
.Company established in 1924. A handwritten signature. Measurements: 30.4cm/24.5 (average). Without canceling.Old or historical document for exhibition, archive, documentation, collecting, study or decoration purposes only . See below for related information from the web.
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Distinguished poet Juan Ramon Jimenez was hired by the company in 1928 .
Handwritten signature at right of Manuel Luis Ortega the founder of the former Editorial Ibero-Afro-American on which this Company is based
Firmado a mano por Manuel Luis Ortega el fundador de la antigua Editorial Ibero-Afro-Americana base sobre la cual se funda la presente Compañía Ibero Americana de Publicaciones.
See history in Spanish and English( by online translator) below:
The Ibero-American Publications Company (CIAP) was a Spanish publishing house, of special importance at the national level during the first half of the 20th century.1
History
A book by Otero Pedrayo, published in the CIAP Galician Studies Library collection.
It was founded in November 1924 at the initiative of Ignacio Bauer,23 from the renowned Bauer family, who would associate with Manuel Luis Ortega —the latter ultimately managing director of the publishing house—, and with Pedro Sainz Rodríguez, as director. literary.3 Among the founders were also Antonio Goicoechea and Rafael Altamira.4
In addition to ten volumes of a collection of classic works of Spanish literature grouped under the title Los Clásicos Olvidados, he edited magazines such as Cosmópolis, La Raza, El Ratón y el Gato, La Novela de Hoy, Comercio, Libros, La Gaceta Literaria5 or El Perro;6 and published an important series of authors,7 becoming the most important publisher in the country.8 He also edited a newspaper, El Heraldo de Morocco,9 that circulated throughout the Spanish protectorate of Morocco. It came to have a large list of authors who wrote their works exclusively for the CIAP, among whom were Manuel Azaña, Francisco Cossío, Concha Espina, Eugenio d'Ors, Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, Salvador de Madariaga , Gregorio Marañón, Antonio Machado, Rubén Darío, Pedro Salinas, Miguel de Unamuno or Vallé-Inclán.10
Initially the company had limited resources, but starting in 1928 it took off at a dizzying pace. CIAP bought the publishing houses "Renacimiento" and "Mundo Latino", as well as Librería Fe - then the largest bookstore in Spain - and its ten subsidiaries.10 A modern, large printing press was also acquired. Both the company's management and the printing workshops were located in Madrid, on Príncipe de Vergara Street.10 However, from very early on the company had serious deficiencies in the form of financing, something that would end up taking its toll.11 Despite its dazzling success, CIAP ended up going bankrupt in 1931.12
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La Compañía Iberoamericana de Publicaciones,
primera gran corporación editorial en castellano
1.
Resumen
La Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP) fue la primera empresa
editorial española de gran tamaño, con todas sus actividades integradas y con verdadera
vocación internacional. La CIAP revolucionó el mercado editorial hispano con una serie
de iniciativas adelantadas a su tiempo, tales como los contratos en exclusiva a largo con
los autores, que dignificaron por primera vez la profesión de escritor en España, el uso
intensivo de la publicidad, la instauración de premios literarios, Etc.
En su formación van a tomar parte algunos de los intelectuales que descollarán
durante la República e, incluso, durante el primer franquismo. Junto a ellos encontramos
a la casa de banca Bauer, que financió casi en su totalidad las actividades de esta
sociedad. Su papel no será del todo accesorio en el devenir de la empresa y aunque
quedan dudas sobre el papel real que tuvieron en su gestión diaria, no cabe duda que los
medio con los que le dotó posibilitaron sin duda la generación de esta empresa y su
crecimiento hasta prácticamente monopolizar el mercado editorial español.
El experimento empresarial terminó, sin embargo, en una quiebra estrepitosa,
que se llevó por delante a la casa Bauer, después de casi un siglo a la cabeza de la banca
madrileña, y puso en evidencia las posibilidades del sector. Un sector que caminaba de
la mano del desarrollo económico y la mejora de los índices de alfabetización del país,
pero que, a la vez, se mostró incapaz de consolidar su posibilidades potencialidades
merced a la inmadurez de sus gestores y a las carencias de la economía española con
anterioridad a la Guerra Civil.
Introducción.
El presente trabajo pretende describir y analizar el desarrollo de la Compañía
Iberoamericana de Publicaciones (CIAP), cuya evolución supuso un empeño
empresarial sin precedentes en el mundo editorial español y que se colocó a la altura de
los cambios que ya se pergeñaban y que habían conocido con anterioridad otros países
europeos. Es en esta compañía donde se dan de forma clara, decidida, y en ocasiones
por vez primera, algunos de los rasgos que permiten hablar de una industria cultural
moderna tales como son: una tendencia a la concentración editorial; la introducción de
técnicas de marketing y publicidad, en detrimento de las decimonónicas guerras de
precios; la generalización de nuevas formas de relacionarse con los autores; la
búsqueda de nuevas maneras en los canales de comercialización y la búsqueda de la
expansión del mercado con la vista puesta en Latinoamérica.
1
Borrador preliminar. No citar sin el permiso de los autores.
1
El resultado del este afán acometido por la compañía resulta asombroso. El
catálogo del Grupo de 1930 tiene una apariencia espectacular: 320 páginas de
novedades en colecciones, diccionarios, Anuarios, Publicaciones periódcas, Hay
colecciones literarias, de historia de América, Revistas que van desde la prestigiosísima
cabecera de vanguardia La Gaceta Literaria a la Bibliographia Medica Chirurgica. Sólo
una de los sellos que agrupa (Renacimiento) presenta un fondo de más de novecientos
títulos; una colección –La Novela de Hoy– con 383 referencias...etc.
Si bien la trascendencia y logros de la Compañía fueron cuestionados por sus
contemporáneos (de Rafael Casinos Assens a Francisco Ayala) y lo siguen siendo por
los actuales historiadores de la literatura (José Carlos Mainer, Gonzalo Santonja, etc...),
está claro que la CIAP supuso un intento claro y evidente por modernizar la industria
editorial en nuestro país, dando los pasos necesarios para ello e imitando en gran
medida lo ya ensayado en otros países europeos. Así insiste Hipólito Escolar: “La CIAP
terminó siendo una de las editoriales de mayor volumen y calidad intelectual de la
primera mitad del siglo en España”
2. Su catálogo, es incuestionable es de consulta
indispensable para conocer el alcance de la creación literaria y científica de los años
veinte.
1º: El mundo del libro en España a principios del siglo XX.
“La casa de Fe es estrechísima y Fe no se atreve a mudar de local, quizá poseído
del temor de que otra más elegante y espaciosa no se advirtiese tan concurrida. Además
de dos pequeños mostradores en que se exponen obras castellanas, uno que otro libro de
América, a la izquierda, libros extranjeros, a la derecha, hay, junto al escritorio del jefe
de la casa –rincón estrechísimo– una mesita en que se presentan las últimas novedades
españolas”
3. Así describe el poeta nicaragüense Rubén Darío no una librería cualquiera
en la España de finales del XIX, sino el más afamado establecimiento de Madrid,
fundado por Fernando Fe, y en cuyo sello publicaban autores como Baroja, Juan Ramón
2
Hipólito Escolar: El compromiso intelectual de bibliotecarios y editores, Fundación Germán Sánchez
Rupérez-Pirámide, Madrid, 1989, página 285. : Se pueden consultar también además de este título el
capítulo de José Esteban: “El libro popular en el siglo XX” en Escolar, Hipólito (dir): La edición
moderna. Siglos XIX y XX. Fundación Germán Sánchez Rupérez-Pirámide, Madrid 1996, páginas: 273-
298; Las memorias de José Ruiz-Castilla Basala, El apasionante mundo del libro. Memorias de un editor.
Agrupación Nacional del Comercio del Libro. Madrid, 1972, 302 pgs; así como El Libro Español. Ciclo
de conferencias. Cámara Oficial del Libro de Barcelona, Barcelona, 1922.
3
Darío, Rubén: España Contemporánea. Lumen. Barcelona, 1987, pp. 171-172. La primera edición fue
publicada en París en 1901 y reúne los artículos que el poeta escribió para el diario “La Nación”.
2
Jiménez o Clarín. El testimonio puede hacernos una idea del raquitismo del sector
librero-editorial y, por extensión, del nivel de demanda de cultura de la época.
El siglo XX trae nuevos aires al mundo del libro en España. Superado el reajuste
de la última década del siglo XIX, el sector editorial confirmó su mayor pujanza con el
transcurso de las primeras décadas del siglo XX, con un desarrollo visible del sector
industrial editorial según muestran diversos indicadores, y con una presencia más
asentada de las sociedades anónimas, la consolidación de varias empresas creadas en el
siglo anterior y la creación de otras nuevas solidamente establecidas, así como la
ocupación de mayor número de obreros. Un buen indicador de estos cambios puede
encontrarse en el número de obras editadas, que desde principios de siglo a la década de
los treinta se multiplica por tres. Así las cifras de las obras inscritas en el Registro de la
Propiedad Intelectual entre 1901 y 1932 arroja los siguientes resultados:
Tabla 1: Número de títulos literarios
editados en España en el primer
tercio del S. XX.
Año Nº Títulos
1901 724
1905 809
1910 1.008
1915 1.076
1920 1.283
1925 1.317
1930 2.193
1931 2.010
Fuente: Rueda Laffond. José Carlos: “La
industrialización de la imprenta” en
Martínez Martín (coor) (2001) p. 210.
El grueso de estas ediciones se encuentra concentrado básicamente en Madrid y
Barcelona, si bien en la primera ciudad existe un mayor incremento en el número de
editoriales establecidas en este período. De tal manera que en el censo de Empresarios o
editores de obras de todas clases arroja las siguientes cifras:
Tabla 2.- Nº de empresas editoras en España (1922-1930)
1922-1923 1925-1926 1930
Madrid 63 89 47
Barcelona (capital) 51 51 109
Barcelona (provincia) 27 27 46
Resto provincias 7 19 22
Total: 148 186 224
Fuente: Martínez Martín, Jesús A. “La edición moderna” en Martínez
Martín, Jesús A (coor) (2001, p. 177).
3
En síntesis, se estaba concretando la llegada del capitalismo moderno al mundo
de la edición
4. Pero si bien en estos años se van gestando editoriales con criterios
industriales, conscientes de su misión y raigambre culturales y de su irrenunciable
carácter mercantil (Labor, Sociedad General Española de Librería y un no demasiado
nutrido etcétera) fue la CIAP quien dio, pese a su corta existencia y traumático final, a
dicho capitalismo auténtica carta de naturaleza.
2.- Los orígenes del proyecto: los Bauer.
A principios del siglo XX la familia Bauer representaba un auténtico referente
en los círculos financieros de Madrid. Un prestigio que no era nuevo y que se
remontaba a los tiempos en que Ignacio Bauer se asoció con el también judío Daniel
Weisweiller, para formar, en 1855, la Agencia que se encargaría de la representación de
los intereses en España de la casa Rothschild. La dirección de los negocios de esta
mítica casa de banca, con sedes en París, Londres, Frankfurt y Viena, les había llevado,
por extensión, a controlar buena parte de las principales empresas extranjeras radicadas
en España (MZA, Peñarroya, Ríotinto, Deutsch et Cie.) y ser el intermediario natural
entre los diferentes gobiernos españoles liberales y el Banco de España con las circuitos
financieros internacionales, convirtiéndola en el elemento más influyente de la banca
privada en toda España y su contacto más directo con las altas finanzas europeas
(López-Morell, 2005).
No obstante, a pesar de las apariencias, durante las dos primeras décadas del
siglo XX la familia de banqueros vivía, en cierta medida, de las rentas. Gustavo Bauer
Morpurgo no demostró, ni mucho menos, la ambición y la valía de su padre para los
negocios en los veinte años que estuvo a cargo de la Agencia, ya que fue incapaz de
ofrecer uno solo de nuevo cuño a sus patrones ni de lograr la transformación de la firma
familiar en una entidad bancaria de entidad, como sí habían hecho sus antiguos
empleados los Urquijo. Lo cual no le impidió seguir ejerciendo el papel simbólico de
agentes de la Casa Rothschild y ostentar ciertos cargos de altura, como la consejería
delegada y la presidencia de la poderosa compañía ferroviaria Madrid-Zaragoza-
Alicante (MZA), sentarse en el consejo de administración del compañía minera
Peñarroya, además de gestionar otros negocios de la Casa en España, como la salida del
4
Martínez Martín, Jesús, A.: “La edición moderna” en Historia de la edición en España. 1836-1936.
Marcial Pons, Madrid, 2001.
4
mercurio de Almadén, que tenía los Rothschild contratado con la Hacienda Pública
Española, o las ventas esporádicas de oro y plata al Banco de España y el Tesoro.
Gustavo falleció en 1916 y pasó el testigo de la Agencia a sus dos hijos mayores,
Ignacio y Alfredo Bauer Landauer, que apenas contaban 25 y 23 años, ante las
reticencias de los Rothschild, que desconfiaban de la capacidad de ambos jóvenes y de
las posibilidades reales de la familia para continuar con su representación en España.
Los hermanos Bauer reconstruyeron la firma familiar, re-denominándola Bauer & Cía.,
y tomaron una línea de trabajo que no haría sino confirmar en unos años los temores de
los Rothschild, al no salirse excesivamente de la línea marcada por su padre. No
obstante, a partir de mediados de los años veinte, la casa Bauer comenzó a salir de su
atonía, fruto de la buena situación económica del momento y, ante todo, por la iniciativa
del menor de los dos hermanos, Alfredo.
El segundo de los Bauer demostró ser una persona activa, con buenas aptitudes
para los negocios, que le pusieron desde 1916 en el consejo de Peñarroya y en la
presidencia de MZA en 1924, por encima de su hermano mayor, más preocupado por
cuestiones literarias y académicas, para las que tampoco tenía excesivas cualidades
(Israel Garzón, 1997). Nos consta, además, que Alfredo Bauer volvió a ofrecer nuevas
opciones de inversión a los Rothschild, de las que fructificaron su participación en la
Sociedad Anónima de Fibras Artificiales y la Compañía Agraria del Lukus, en el
Marruecos español
5. A titulo individual, los hermanos Bauer poseían, ya a inicios de los
años veinte, una importante participación en la Sociedad Española de Construcciones
Electromecánicas (SECEM), que a lo largo de los años siguientes se ampliaron a la
Compañía Aérea Española, la Asociación de Iniciativas La Granja, que gestionaba el
Club de Campo y el Blas Club de Madrid, y se hicieron con el control de la compañía
Atlántida Cinematográfica Española S.A. y la Compañía de Seguros Contra Incendios
La Urbana, además de una participación en la Compañía Agrícola e Industrial de la
Guinea Española
6. No obstante, y a pesar de ser significativas, todas estas iniciativas
quedaron sensiblemente empequeñecidas frente al peso que llegó a tomar su
intervención en la CIAP en los negocios de la casi centenaria casa de banca.
5
Archivos Rothschild Freres de París, en Centre des Archives du Monde du travail (en adelante ARP)
132 AQ41 y 344.
6
Informe de la casa Rothschild de París, tomado tras una entrevista con Ignacio Bauer, de 17-1-1922,
ARP 132 AQ 24 y Gortazar, (1986) pp. 68-70 y 73-74.
5
2.- El nacimiento y desarrollo de la CIAP.
2.1.- La fundación.
Paradójicamente, la CIAP no fue una iniciativa de Alfredo Bauer, sino de su
hermano Ignacio, cuya afición por los libros y su afán de notoriedad le llevó a asociarse
con Manuel Luis Ortega para crear una editorial con pretensiones, sobre la base de la
antigua Editorial Ibero-Africano-Americana, que Ortega había creado a inicios de los
años 20 para editar libelos de toda clase sobre tema hebraicos e Hispano marroquíes.
Gustavo Bauer contactó posiblemente con Ortega en la sinagoga de Madrid, donde
estaba instalada la editorial, para que este pudiera dar rienda suelta a algunos de sus
proyectos literarios y divulgación
7. Se perfila, por lo tanto, que fue Ortega el que
terminó convenciendo de la posibilidad de constituir esta sociedad, para formar la
CIAP, que supondría un proyecto empresarial con mayores propósitos, que dirigiría el
propio Ortega y que implícitamente recibiría el apoyo financiero del banquero.
Tabla 3.- Consejo de Administración de la CIAP en su
fundación y en 1931.
Presidente
Ignacio Bauer Landauer*
Vicepresidentes
José Francos Rodríguez*
Antonio Goicoechea*
Alberto Bandelac de Pariente*
Consejero Delegado
y Director Gerente
Manuel Luis Ortega*
Consejero y
Director Literario
Pedro Sáinz Rodríguez
Consejeros
Rafael Altamira
Francisco Carrillo Guerrero
Isaac Toledano*
José Arango*
Marqués de la Vega de Ansó
Paul Dreyfus
(Rodrigo Saavedra Vinent*)
(Angel Arpón de Mendivil*)
(Carlos E. Montañés*)
(Menhakent Coriat*)
(Jacques Bentata*)
Fuente: Registro Mercantil de Madrid, hoja 5.174 y Catalogo
editorial de la CIAP de 1931.
*Miembros fundadores. Entre paréntesis los que no
permanecían en el consejo en 1931.
La nueva sociedad se constituyó ante notario el 22 de noviembre de 1924 y se
escrituró el 28 de enero de 1925 en el registro mercantil de Madrid, con un capital de
tan sólo 600.000 ptas., en 1.200 acciones de 500 ptas., de las que se emitieron la mitad.
De estos títulos sólo 200 se abonaron en efectivo y el resto se consideraron como
7
Molina (1998), p. 40 e Israel Garzón (1997), p. 31-33.
6
aportaciones de los accionistas
8. En el primer Consejo de Administración y en sus
posteriores incorporaciones destacan, como ha mostrado Molina (1998, pp. 41-42), un
significativo grupo de personas vinculadas a la comunidad judía norteafricana, como
Toledano, Coriat o Bandelac, junto a personalidades importantes de la vida cultural
madrileña, como los ex-ministros Goicoechea y Francos Rodríguez, presidente este
último de la Asociación de la prensa, o los catedráticos universitarios Altamira y Sáinz
Rodríguez, interesados también en las relaciones con la comunidad judía o en el estudio
de la influencia cultural hebrea, lo que reportaría a la institución algunas críticas de
sectores filoracistas y ultra-conservadores en los años siguientes.
2.2.- El crecimiento del “Leviatán”.
A primera vista los escasos recursos de la CIAP daban pocas posibilidades de
crecimiento a corto plazo. De hecho, el catálogo de la editorial en sus primeros tres años
de vida fue escaso, con algunas publicaciones históricas de escaso interés. Sin embargo,
a fines de 1927, la dirección de la sociedad decidió dar un giro imprevisto a la gestión.
Ortega cedió definitivamente a la CIAP los activos de la Editorial Ibero-Africano-
Americana, que incluían sus contactos comerciales, la “Revista de la Raza” y la “Guía
de Balnearios y Casas de Descanso de España”. Seis meses más tarde, sin duda por
iniciativa suya y del recién contratado consejero Editorial, el escritor y catedrático de
literatura Pedro Sáinz Rodríguez, la editorial comenzó un impresionante proceso de
expansión, basado en la adquisición de editoriales ya establecidas y muy conocidas
entre lectores y libreros, que el sello de la compañía empieza a acompañar, y en
ocasiones suplantar. Tal fue el caso de editoriales como Mundo Latino, que se dedicaba
a la edición de ensayos, Ediciones Atlántida, con su colecciones baratas, Novela de
Hoy, Mercurio, Estrella y, sobre todo, la editorial Renacimiento S.A., importantísima
editora, fundada en 1910, que lanzaba al mercado una extensa lista de autores
contemporáneos, junto a varias colecciones y revistas ya consolidadas en el mercado,
como las Bibliotecas Populares, de la que se compró el 60% de sus acciones. También
se adquirió la prestigiosa Gaceta Literaria, de Jiménez Caballero, además de hace llegar
a un acuerdo para hacerse con la gestión administrativa de la “Revista Cosmópolis” a
cambio de 50% de sus beneficios
9.
8
Registro Mercantil de Madrid, hoja 5.174. Ortega recibió 300 acciones, del total de 1.200 por aportar
una serie de colecciones de anuarios, editados por él, y diversas guías provinciales de España.
9
Informe sobre la CIAP de 24-10-1930, ARP, 132AQ 24. y Catálogo de la CIAP, 1930.
7
En Junio de 1929, finalmente, se compró una agencia de noticias, una empresa
de huecograbado y una moderna imprenta, de grandes dimensiones, con sus
correspondientes almacenes, en el centro de Madrid, donde se instaló la Compañía
General de Artes Gráficas y las oficinas centrales de la empresa
10. En paralelo, se
compró la citada Librería Fernando Fé, situada en la Puerta del Sol, considerada la
mayor distribuidora de España desde hacía décadas, con sus diez subsidiarias, repartidas
por toda España. Se proyectó e inició la instalación de delegaciones en Buenos Aires,
Montevideo, México y Quito
11.
Como consecuencias de este proceso de incorporación de empresas editoras
consolidadas la CIAP fue ampliado rápidamente su nómina de editores, que Pedro Saínz
amplió sin dilación incorporando a los autores más renombrados del momento, que
concedió la editora, a inicios de los años treinta, una nómina de autores sin par en las
letras españolas, que escribían sus obras en exclusiva para la editorial y participaban en
su amplísima gama de revistas y colecciones.
Tabla 4.- Patrimonio editorial y establecimientos de la CIAP en 1931.
Autores propios
José maría Acosta, Alvaro Alcalá Galiano, Rafael Altamira, Luis Araquistain, M.
Arboleda, Manuel Azaña, “Azorín”, Ricardo Bauez, Antonio Ballesteros Beretta,
Ricardo Baroja, Eduardo Barriobero, Juanquín Belda, Luis Bello, Jacques Betanta,
Rufino Blanco Bombona, Tomás Borrás, Carmen de Burgos, “El Caballero Audaz”,
Julio Camba, Francisco Camba, Alfonso Camín, el Duque de Canalejas, Emilio
Carrere, Vicente Castañeda, Cristóbal de Castro, Francisco Cossío, Eugenio d’Ors,
Concha Espina, Wenceslao Fernández Flores, Benjamín Fernández Molina, José
Francés, José Francos Rodríguez, José María Gabriel y Galán, Victoriano García
Martí, Federico García Sanchiz, Alberto Ghiraldo, Ernesto Jiménez Caballero,
Antonio Goicoechea, Ramón Gómez de la Serna, Edmundo González Blanco,
Eusebio de Gorbea, Emilio Gutiérrez Gomero, Jacinto Grau, Alfonso Hernández
Catá, Antonio de Hoyos Vinent, Alberto Insúa, Juan Ramón Jiménez, Luis Jiménz
Insúa, Cesar Juarros, el Marqués de Lema, Salvador de Madariaga, Gregorio
Marañón, Augusto Martínez Olmedilla, Gregorio Martínez Sierra, Manuel y
Antonio Machado, Roberto Novoa, Pedro Mata, Gabriel Miró, Arturo Mori, Matilde
Muñóz, Manuel Lorenzo Pardo, Conde de Romanones, “Rubén Darío”, Pedro Saínz
Rodríguez, José María Salaverría, Quintiliano Saldaña,Diego San José, José Sánhez
Guerra, Rafael Sánchez Guerra, José Santos Chocano, Felipe Sassone, Ramón M.
Tenreino, Flipe Trigo, Pedro Salinas, Miguel de Unamuno, Valle Inclán, Vedes
Montenegro, Eduardo Zamacois (Entre otros)
Editoriales
adquiridas
Renacimiento, Fé, Mundo Latino, Mercurio, Atlántida, Estrella y Hoy.
Revistas
Cosmópolis, La Raza, El Ratón y el gato, La Novela de Hoy, Comercio, Libros y La
Gaceta Literaria.
Colecciones
Historia (
Documentos inéditos par la Historia de Hispanoamérica, Fuentes
Narrativas de la Historia de Hispanoamérica, Historia de América y de la
Civilización Hispanoamericana y Biblioteca de Monografías
); Clásicos (Bibliotecas
Populares Cervantes, Clásicos Olvidados, Biblioteca Nebrija
); Crítica e
10
El inmueble es el mismo que hoy día ocupa el colegio Virgen de Loreto, en los números 42 y 44 de la
Calle Príncipe de Vergara. La sociedad había tenido sucesivamente su domicilio social en las calles
Ramón de la Cruz nº51 (originario en la fundación), Campoamor nº 8 y San Marcos nº 42, de Madrid,
Informe sobre la CIAP de 24-10-1930, Archivos Rothschild, París 132AQ 24.
11
Ibídem.
8
investigación (
Investigación y Crítica, Biblioteca del Hispanismo, Ciencia Filosofía,
Cultura, Biblioteca del Pensamiento Moderno y Mundo de Hoy, Biblioteca del
Mundo de Hoy
), Populares (Atlántida, La novela de Hoy, El libro para Todos, El
libro del Pueblo y Enciclopedia Popular Hispanoamericana
), traducciones
extranjeras (
ediciones de la editorial Mundo Latino), Literatura Portuguesa
(
Biblioteca Camoens), Literatura Catalana (Biblioteca Catalana), Autores Españoles
y Americanos (Ediciones de la editorial
Renacimiento).
Colaboraciones
con Periódicos a
través de la
Agencia CIAP
El Norte de Castilla (Valladolid), El Noticiario Bilbaíno (Bilbao), El Noticiero
Sevillano (Sevilla), El Mercantil Valenciano (Valencia), El Pueblo Vasco (Bilbao),
La última Hora (Palma de Mallorca), La Unión Mercantil (Málaga), La Noticia
(Barcelona), La Prensa (Gijón), La Voz de Aragón (Zaragoza), La Voz de Galicia
(Galicia), La voz de Guipúzcoa (San Sebastián), La Noticia (San Sebastián), La Voz
de Cantabria (Santander), Diario de Costa Rica (Costa Rica), Excelsior (Méjico), El
Heraldo (Venezuela) y Diario de Yucatán (Méjico).
Red de librerías
propias
(en España)
Librerías Fé (10 establecimientos).
Red de librerías
asociadas
(en España)
113 establecimientos.
Exclusivas de
venta de otras
editoriales
Zeus, Ulises, América y Signo, Baudiniere (Francia) y Sociedad Española de
Librería (América)
Delegaciones en
el extranjero
Argentina, Méjico, Chile, Uruguay, Venezuela y Ecuador
Filiales
Compañía General de Artes Gráficas
Instalaciones
principales
(Madrid)
Sede Principal (42 y 44 de la Calle Príncipe de Vergara), Taller de fotograbado,
Imprenta, Fábrica de Tintas y almacenes para 4- 5 millones de volúmenes.
Fuente: Ortega (1931), pp. 6-25, y Molina (1998), p. 40.
La Compañía Iberoamericana de Publicaciones, primera gran corporación editorial en castellano1 . Miguel A. López-Morell, Universidad de Murcia. Alfredo Molina Abril, Director General Editorial Síntesis. Resumen La Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP) fue la primera empresa editorial española de gran tamaño, con todas sus actividades integradas y con verdadera vocación internacional. La CIAP revolucionó el mercado editorial hispano con una serie de iniciativas adelantadas a su tiempo, tales como los contratos en exclusiva a largo con los autores, que dignificaron por primera vez la profesión de escritor en España, el uso intensivo de la publicidad, la instauración de premios literarios, Etc. En su formación van a tomar parte algunos de los intelectuales que descollarán durante la República e, incluso, durante el primer franquismo. Junto a ellos encontramos a la casa de banca Bauer, que financió casi en su totalidad las actividades de esta sociedad. Su papel no será del todo accesorio en el devenir de la empresa y aunque quedan dudas sobre el papel real que tuvieron en su gestión diaria, no cabe duda que los medio con los que le dotó posibilitaron sin duda la generación de esta empresa y su crecimiento hasta prácticamente monopolizar el mercado editorial español. El experimento empresarial terminó, sin embargo, en una quiebra estrepitosa, que se llevó por delante a la casa Bauer, después de casi un siglo a la cabeza de la banca madrileña, y puso en evidencia las posibilidades del sector. Un sector que caminaba de la mano del desarrollo económico y la mejora de los índices de alfabetización del país, pero que, a la vez, se mostró incapaz de consolidar su posibilidades potencialidades merced a la inmadurez de sus gestores y a las carencias de la economía española con anterioridad a la Guerra Civil. Introducción. El presente trabajo pretende describir y analizar el desarrollo de la Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP), cuya evolución supuso un empeño empresarial sin precedentes en el mundo editorial español y que se colocó a la altura de los cambios que ya se pergeñaban y que habían conocido con anterioridad otros países europeos. Es en esta compañía donde se dan de forma clara, decidida, y en ocasiones por vez primera, algunos de los rasgos que permiten hablar de una industria cultural moderna tales como son: una tendencia a la concentración editorial; la introducción de técnicas de marketing y publicidad, en detrimento de las decimonónicas guerras de precios; la generalización de nuevas formas de relacionarse con los autores; la búsqueda de nuevas maneras en los canales de comercialización y la búsqueda de la expansión del mercado con la vista puesta en Latinoamérica. 1 Borrador preliminar. No citar sin el permiso de los autores. 1 El resultado del este afán acometido por la compañía resulta asombroso. El catálogo del Grupo de 1930 tiene una apariencia espectacular: 320 páginas de novedades en colecciones, diccionarios, Anuarios, Publicaciones periódcas, Hay colecciones literarias, de historia de América, Revistas que van desde la prestigiosísima cabecera de vanguardia La Gaceta Literaria a la Bibliographia Medica Chirurgica. Sólo una de los sellos que agrupa (Renacimiento) presenta un fondo de más de novecientos títulos; una colección –La Novela de Hoy– con 383 referencias...etc. Si bien la trascendencia y logros de la Compañía fueron cuestionados por sus contemporáneos (de Rafael Casinos Assens a Francisco Ayala) y lo siguen siendo por los actuales historiadores de la literatura (José Carlos Mainer, Gonzalo Santonja, etc...), está claro que la CIAP supuso un intento claro y evidente por modernizar la industria editorial en nuestro país, dando los pasos necesarios para ello e imitando en gran medida lo ya ensayado en otros países europeos. Así insiste Hipólito Escolar: “La CIAP terminó siendo una de las editoriales de mayor volumen y calidad intelectual de la primera mitad del siglo en España”2 . Su catálogo, es incuestionable es de consulta indispensable para conocer el alcance de la creación literaria y científica de los años veinte. 1º: El mundo del libro en España a principios del siglo XX. “La casa de Fe es estrechísima y Fe no se atreve a mudar de local, quizá poseído del temor de que otra más elegante y espaciosa no se advirtiese tan concurrida. Además de dos pequeños mostradores en que se exponen obras castellanas, uno que otro libro de América, a la izquierda, libros extranjeros, a la derecha, hay, junto al escritorio del jefe de la casa –rincón estrechísimo– una mesita en que se presentan las últimas novedades españolas”3 . Así describe el poeta nicaragüense Rubén Darío no una librería cualquiera en la España de finales del XIX, sino el más afamado establecimiento de Madrid, fundado por Fernando Fe, y en cuyo sello publicaban autores como Baroja, Juan Ramón 2 Hipólito Escolar: El compromiso intelectual de bibliotecarios y editores, Fundación Germán Sánchez Rupérez-Pirámide, Madrid, 1989, página 285. : Se pueden consultar también además de este título el capítulo de José Esteban: “El libro popular en el siglo XX” en Escolar, Hipólito (dir): La edición moderna. Siglos XIX y XX. Fundación Germán Sánchez Rupérez-Pirámide, Madrid 1996, páginas: 273- 298; Las memorias de José Ruiz-Castilla Basala, El apasionante mundo del libro. Memorias de un editor. Agrupación Nacional del Comercio del Libro. Madrid, 1972, 302 pgs; así como El Libro Español. Ciclo de conferencias. Cámara Oficial del Libro de Barcelona, Barcelona, 1922. 3 Darío, Rubén: España Contemporánea. Lumen. Barcelona, 1987, pp. 171-172. La primera edición fue publicada en París en 1901 y reúne los artículos que el poeta escribió para el diario “La Nación”. 2 Jiménez o Clarín. El testimonio puede hacernos una idea del raquitismo del sector librero-editorial y, por extensión, del nivel de demanda de cultura de la época. El siglo XX trae nuevos aires al mundo del libro en España. Superado el reajuste de la última década del siglo XIX, el sector editorial confirmó su mayor pujanza con el transcurso de las primeras décadas del siglo XX, con un desarrollo visible del sector industrial editorial según muestran diversos indicadores, y con una presencia más asentada de las sociedades anónimas, la consolidación de varias empresas creadas en el siglo anterior y la creación de otras nuevas solidamente establecidas, así como la ocupación de mayor número de obreros. Un buen indicador de estos cambios puede encontrarse en el número de obras editadas, que desde principios de siglo a la década de los treinta se multiplica por tres. Así las cifras de las obras inscritas en el Registro de la Propiedad Intelectual entre 1901 y 1932 arroja los siguientes resultados: Tabla 1: Número de títulos literarios editados en España en el primer tercio del S. XX. Año Nº Títulos 1901 724 1905 809 1910 1.008 1915 1.076 1920 1.283 1925 1.317 1930 2.193 1931 2.010 Fuente: Rueda Laffond. José Carlos: “La industrialización de la imprenta” en Martínez Martín (coor) (2001) p. 210. El grueso de estas ediciones se encuentra concentrado básicamente en Madrid y Barcelona, si bien en la primera ciudad existe un mayor incremento en el número de editoriales establecidas en este período. De tal manera que en el censo de Empresarios o editores de obras de todas clases arroja las siguientes cifras: Tabla 2.- Nº de empresas editoras en España (1922-1930) 1922-1923 1925-1926 1930 Madrid 63 89 47 Barcelona (capital) 51 51 109 Barcelona (provincia) 27 27 46 Resto provincias 7 19 22 Total: 148 186 224 Fuente: Martínez Martín, Jesús A. “La edición moderna” en Martínez Martín, Jesús A (coor) (2001, p. 177). 3 En síntesis, se estaba concretando la llegada del capitalismo moderno al mundo de la edición4 . Pero si bien en estos años se van gestando editoriales con criterios industriales, conscientes de su misión y raigambre culturales y de su irrenunciable carácter mercantil (Labor, Sociedad General Española de Librería y un no demasiado nutrido etcétera) fue la CIAP quien dio, pese a su corta existencia y traumático final, a dicho capitalismo auténtica carta de naturaleza. 2.- Los orígenes del proyecto: los Bauer. A principios del siglo XX la familia Bauer representaba un auténtico referente en los círculos financieros de Madrid. Un prestigio que no era nuevo y que se remontaba a los tiempos en que Ignacio Bauer se asoció con el también judío Daniel Weisweiller, para formar, en 1855, la Agencia que se encargaría de la representación de los intereses en España de la casa Rothschild. La dirección de los negocios de esta mítica casa de banca, con sedes en París, Londres, Frankfurt y Viena, les había llevado, por extensión, a controlar buena parte de las principales empresas extranjeras radicadas en España (MZA, Peñarroya, Ríotinto, Deutsch et Cie.) y ser el intermediario natural entre los diferentes gobiernos españoles liberales y el Banco de España con las circuitos financieros internacionales, convirtiéndola en el elemento más influyente de la banca privada en toda España y su contacto más directo con las altas finanzas europeas (López-Morell, 2005). No obstante, a pesar de las apariencias, durante las dos primeras décadas del siglo XX la familia de banqueros vivía, en cierta medida, de las rentas. Gustavo Bauer Morpurgo no demostró, ni mucho menos, la ambición y la valía de su padre para los negocios en los veinte años que estuvo a cargo de la Agencia, ya que fue incapaz de ofrecer uno solo de nuevo cuño a sus patrones ni de lograr la transformación de la firma familiar en una entidad bancaria de entidad, como sí habían hecho sus antiguos empleados los Urquijo. Lo cual no le impidió seguir ejerciendo el papel simbólico de agentes de la Casa Rothschild y ostentar ciertos cargos de altura, como la consejería delegada y la presidencia de la poderosa compañía ferroviaria Madrid-ZaragozaAlicante (MZA), sentarse en el consejo de administración del compañía minera Peñarroya, además de gestionar otros negocios de la Casa en España, como la salida del 4 Martínez Martín, Jesús, A.: “La edición moderna” en Historia de la edición en España. 1836-1936. Marcial Pons, Madrid, 2001. 4 mercurio de Almadén, que tenía los Rothschild contratado con la Hacienda Pública Española, o las ventas esporádicas de oro y plata al Banco de España y el Tesoro. Gustavo falleció en 1916 y pasó el testigo de la Agencia a sus dos hijos mayores, Ignacio y Alfredo Bauer Landauer, que apenas contaban 25 y 23 años, ante las reticencias de los Rothschild, que desconfiaban de la capacidad de ambos jóvenes y de las posibilidades reales de la familia para continuar con su representación en España. Los hermanos Bauer reconstruyeron la firma familiar, re-denominándola Bauer & Cía., y tomaron una línea de trabajo que no haría sino confirmar en unos años los temores de los Rothschild, al no salirse excesivamente de la línea marcada por su padre. No obstante, a partir de mediados de los años veinte, la casa Bauer comenzó a salir de su atonía, fruto de la buena situación económica del momento y, ante todo, por la iniciativa del menor de los dos hermanos, Alfredo. El segundo de los Bauer demostró ser una persona activa, con buenas aptitudes para los negocios, que le pusieron desde 1916 en el consejo de Peñarroya y en la presidencia de MZA en 1924, por encima de su hermano mayor, más preocupado por cuestiones literarias y académicas, para las que tampoco tenía excesivas cualidades (Israel Garzón, 1997). Nos consta, además, que Alfredo Bauer volvió a ofrecer nuevas opciones de inversión a los Rothschild, de las que fructificaron su participación en la Sociedad Anónima de Fibras Artificiales y la Compañía Agraria del Lukus, en el Marruecos español5 . A titulo individual, los hermanos Bauer poseían, ya a inicios de los años veinte, una importante participación en la Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas (SECEM), que a lo largo de los años siguientes se ampliaron a la Compañía Aérea Española, la Asociación de Iniciativas La Granja, que gestionaba el Club de Campo y el Blas Club de Madrid, y se hicieron con el control de la compañía Atlántida Cinematográfica Española S.A. y la Compañía de Seguros Contra Incendios La Urbana, además de una participación en la Compañía Agrícola e Industrial de la Guinea Española 6 . No obstante, y a pesar de ser significativas, todas estas iniciativas quedaron sensiblemente empequeñecidas frente al peso que llegó a tomar su intervención en la CIAP en los negocios de la casi centenaria casa de banca. 5 Archivos Rothschild Freres de París, en Centre des Archives du Monde du travail (en adelante ARP) 132 AQ41 y 344. 6 Informe de la casa Rothschild de París, tomado tras una entrevista con Ignacio Bauer, de 17-1-1922, ARP 132 AQ 24 y Gortazar, (1986) pp. 68-70 y 73-74. 5 2.- El nacimiento y desarrollo de la CIAP. 2.1.- La fundación. Paradójicamente, la CIAP no fue una iniciativa de Alfredo Bauer, sino de su hermano Ignacio, cuya afición por los libros y su afán de notoriedad le llevó a asociarse con Manuel Luis Ortega para crear una editorial con pretensiones, sobre la base de la antigua Editorial Ibero-Africano-Americana, que Ortega había creado a inicios de los años 20 para editar libelos de toda clase sobre tema hebraicos e Hispano marroquíes. Gustavo Bauer contactó posiblemente con Ortega en la sinagoga de Madrid, donde estaba instalada la editorial, para que este pudiera dar rienda suelta a algunos de sus proyectos literarios y divulgación7 . Se perfila, por lo tanto, que fue Ortega el que terminó convenciendo de la posibilidad de constituir esta sociedad, para formar la CIAP, que supondría un proyecto empresarial con mayores propósitos, que dirigiría el propio Ortega y que implícitamente recibiría el apoyo financiero del banquero. Tabla 3.- Consejo de Administración de la CIAP en su fundación y en 1931. Presidente Ignacio Bauer Landauer* Vicepresidentes José Francos Rodríguez* Antonio Goicoechea* Alberto Bandelac de Pariente* Consejero Delegado y Director Gerente Manuel Luis Ortega* Consejero y Director Literario Pedro Sáinz Rodríguez Consejeros Rafael Altamira Francisco Carrillo Guerrero Isaac Toledano* José Arango* Marqués de la Vega de Ansó Paul Dreyfus (Rodrigo Saavedra Vinent*) (Angel Arpón de Mendivil*) (Carlos E. Montañés*) (Menhakent Coriat*) (Jacques Bentata*) Fuente: Registro Mercantil de Madrid, hoja 5.174 y Catalogo editorial de la CIAP de 1931. *Miembros fundadores. Entre paréntesis los que no permanecían en el consejo en 1931. La nueva sociedad se constituyó ante notario el 22 de noviembre de 1924 y se escrituró el 28 de enero de 1925 en el registro mercantil de Madrid, con un capital de tan sólo 600.000 ptas., en 1.200 acciones de 500 ptas., de las que se emitieron la mitad. De estos títulos sólo 200 se abonaron en efectivo y el resto se consideraron como 7 Molina (1998), p. 40 e Israel Garzón (1997), p. 31-33. 6 aportaciones de los accionistas8 . En el primer Consejo de Administración y en sus posteriores incorporaciones destacan, como ha mostrado Molina (1998, pp. 41-42), un significativo grupo de personas vinculadas a la comunidad judía norteafricana, como Toledano, Coriat o Bandelac, junto a personalidades importantes de la vida cultural madrileña, como los ex-ministros Goicoechea y Francos Rodríguez, presidente este último de la Asociación de la prensa, o los catedráticos universitarios Altamira y Sáinz Rodríguez, interesados también en las relaciones con la comunidad judía o en el estudio de la influencia cultural hebrea, lo que reportaría a la institución algunas críticas de sectores filoracistas y ultra-conservadores en los años siguientes. 2.2.- El crecimiento del “Leviatán”. A primera vista los escasos recursos de la CIAP daban pocas posibilidades de crecimiento a corto plazo. De hecho, el catálogo de la editorial en sus primeros tres años de vida fue escaso, con algunas publicaciones históricas de escaso interés. Sin embargo, a fines de 1927, la dirección de la sociedad decidió dar un giro imprevisto a la gestión. Ortega cedió definitivamente a la CIAP los activos de la Editorial Ibero-AfricanoAmericana, que incluían sus contactos comerciales, la “Revista de la Raza” y la “Guía de Balnearios y Casas de Descanso de España”. Seis meses más tarde, sin duda por iniciativa suya y del recién contratado consejero Editorial, el escritor y catedrático de literatura Pedro Sáinz Rodríguez, la editorial comenzó un impresionante proceso de expansión, basado en la adquisición de editoriales ya establecidas y muy conocidas entre lectores y libreros, que el sello de la compañía empieza a acompañar, y en ocasiones suplantar. Tal fue el caso de editoriales como Mundo Latino, que se dedicaba a la edición de ensayos, Ediciones Atlántida, con su colecciones baratas, Novela de Hoy, Mercurio, Estrella y, sobre todo, la editorial Renacimiento S.A., importantísima editora, fundada en 1910, que lanzaba al mercado una extensa lista de autores contemporáneos, junto a varias colecciones y revistas ya consolidadas en el mercado, como las Bibliotecas Populares, de la que se compró el 60% de sus acciones. También se adquirió la prestigiosa Gaceta Literaria, de Jiménez Caballero, además de hace llegar a un acuerdo para hacerse con la gestión administrativa de la “Revista Cosmópolis” a cambio de 50% de sus beneficios9 . 8 Registro Mercantil de Madrid, hoja 5.174. Ortega recibió 300 acciones, del total de 1.200 por aportar una serie de colecciones de anuarios, editados por él, y diversas guías provinciales de España. 9 Informe sobre la CIAP de 24-10-1930, ARP, 132AQ 24. y Catálogo de la CIAP, 1930. 7 En Junio de 1929, finalmente, se compró una agencia de noticias, una empresa de huecograbado y una moderna imprenta, de grandes dimensiones, con sus correspondientes almacenes, en el centro de Madrid, donde se instaló la Compañía General de Artes Gráficas y las oficinas centrales de la empresa10. En paralelo, se compró la citada Librería Fernando Fé, situada en la Puerta del Sol, considerada la mayor distribuidora de España desde hacía décadas, con sus diez subsidiarias, repartidas por toda España. Se proyectó e inició la instalación de delegaciones en Buenos Aires, Montevideo, México y Quito11. Como consecuencias de este proceso de incorporación de empresas editoras consolidadas la CIAP fue ampliado rápidamente su nómina de editores, que Pedro Saínz amplió sin dilación incorporando a los autores más renombrados del momento, que concedió la editora, a inicios de los años treinta, una nómina de autores sin par en las letras españolas, que escribían sus obras en exclusiva para la editorial y participaban en su amplísima gama de revistas y colecciones. Tabla 4.- Patrimonio editorial y establecimientos de la CIAP en 1931. Autores propios José maría Acosta, Alvaro Alcalá Galiano, Rafael Altamira, Luis Araquistain, M. Arboleda, Manuel Azaña, “Azorín”, Ricardo Bauez, Antonio Ballesteros Beretta, Ricardo Baroja, Eduardo Barriobero, Juanquín Belda, Luis Bello, Jacques Betanta, Rufino Blanco Bombona, Tomás Borrás, Carmen de Burgos, “El Caballero Audaz”, Julio Camba, Francisco Camba, Alfonso Camín, el Duque de Canalejas, Emilio Carrere, Vicente Castañeda, Cristóbal de Castro, Francisco Cossío, Eugenio d’Ors, Concha Espina, Wenceslao Fernández Flores, Benjamín Fernández Molina, José Francés, José Francos Rodríguez, José María Gabriel y Galán, Victoriano García Martí, Federico García Sanchiz, Alberto Ghiraldo, Ernesto Jiménez Caballero, Antonio Goicoechea, Ramón Gómez de la Serna, Edmundo González Blanco, Eusebio de Gorbea, Emilio Gutiérrez Gomero, Jacinto Grau, Alfonso Hernández Catá, Antonio de Hoyos Vinent, Alberto Insúa, Juan Ramón Jiménez, Luis Jiménz Insúa, Cesar Juarros, el Marqués de Lema, Salvador de Madariaga, Gregorio Marañón, Augusto Martínez Olmedilla, Gregorio Martínez Sierra, Manuel y Antonio Machado, Roberto Novoa, Pedro Mata, Gabriel Miró, Arturo Mori, Matilde Muñóz, Manuel Lorenzo Pardo, Conde de Romanones, “Rubén Darío”, Pedro Saínz Rodríguez, José María Salaverría, Quintiliano Saldaña,Diego San José, José Sánhez Guerra, Rafael Sánchez Guerra, José Santos Chocano, Felipe Sassone, Ramón M. Tenreino, Flipe Trigo, Pedro Salinas, Miguel de Unamuno, Valle Inclán, Vedes Montenegro, Eduardo Zamacois (Entre otros) Editoriales adquiridas Renacimiento, Fé, Mundo Latino, Mercurio, Atlántida, Estrella y Hoy. Revistas Cosmópolis, La Raza, El Ratón y el gato, La Novela de Hoy, Comercio, Libros y La Gaceta Literaria. Colecciones Historia (Documentos inéditos par la Historia de Hispanoamérica, Fuentes Narrativas de la Historia de Hispanoamérica, Historia de América y de la Civilización Hispanoamericana y Biblioteca de Monografías); Clásicos (Bibliotecas Populares Cervantes, Clásicos Olvidados, Biblioteca Nebrija); Crítica e 10 El inmueble es el mismo que hoy día ocupa el colegio Virgen de Loreto, en los números 42 y 44 de la Calle Príncipe de Vergara. La sociedad había tenido sucesivamente su domicilio social en las calles Ramón de la Cruz nº51 (originario en la fundación), Campoamor nº 8 y San Marcos nº 42, de Madrid, Informe sobre la CIAP de 24-10-1930, Archivos Rothschild, París 132AQ 24. 11 Ibídem. 8 investigación (Investigación y Crítica, Biblioteca del Hispanismo, Ciencia Filosofía, Cultura, Biblioteca del Pensamiento Moderno y Mundo de Hoy, Biblioteca del Mundo de Hoy), Populares (Atlántida, La novela de Hoy, El libro para Todos, El libro del Pueblo y Enciclopedia Popular Hispanoamericana), traducciones extranjeras (ediciones de la editorial Mundo Latino), Literatura Portuguesa (Biblioteca Camoens), Literatura Catalana (Biblioteca Catalana), Autores Españoles y Americanos (Ediciones de la editorial Renacimiento). Colaboraciones con Periódicos a través de la Agencia CIAP El Norte de Castilla (Valladolid), El Noticiario Bilbaíno (Bilbao), El Noticiero Sevillano (Sevilla), El Mercantil Valenciano (Valencia), El Pueblo Vasco (Bilbao), La última Hora (Palma de Mallorca), La Unión Mercantil (Málaga), La Noticia (Barcelona), La Prensa (Gijón), La Voz de Aragón (Zaragoza), La Voz de Galicia (Galicia), La voz de Guipúzcoa (San Sebastián), La Noticia (San Sebastián), La Voz de Cantabria (Santander), Diario de Costa Rica (Costa Rica), Excelsior (Méjico), El Heraldo (Venezuela) y Diario de Yucatán (Méjico). Red de librerías propias (en España) Librerías Fé (10 establecimientos). Red de librerías asociadas (en España) 113 establecimientos. Exclusivas de venta de otras editoriales Zeus, Ulises, América y Signo, Baudiniere (Francia) y Sociedad Española de Librería (América) Delegaciones en el extranjero Argentina, Méjico, Chile, Uruguay, Venezuela y Ecuador Filiales Compañía General de Artes Gráficas Instalaciones principales (Madrid) Sede Principal (42 y 44 de la Calle Príncipe de Vergara), Taller de fotograbado, Imprenta, Fábrica de Tintas y almacenes para 4- 5 millones de volúmenes. Fuente: Ortega (1931), pp. 6-25, y Molina (1998), p. 40. En pocas palabras se podía hablar del mayor grupo editorial de España y Latinoamérica que, según estudios de la época, estaba presta a acaparar no menos del 80% del mercado12, convirtiéndose en la cara más familiar de la edición en castellano, que la consideraba una casa respetable y admirada a pesar del resquemor de algunos escritores, como Cansinos-Assens, que conocía muy bien a Ignacio Bauer y Ortega, que denominó a la CIAP como “El moderno Leviatán” de la cultura. 2.3.- No solo tamaño. Las otras bases del “gigante”. La CIAP, efectivamente, había adquirido a fines de los años veinte un tamaño, en términos relativos, nunca superado en el mercado español editorial. Lo cual, ya de por sí, le podría haber llevado a una escala de distribución que le habrían permitido consolidar largos años un cuasi-monopolio del sector. No obstante, el éxito de la editorial no se baso exclusivamente en la dimensión adquirida por la empresa, ni la cuota de mercado que se pudo alcanzar en un momento dado, lo realmente novedoso de 12 Informe de Jardot a los Rothschild de 2-8-1931, ARP, 132AQ24. 9 la actuación de la CIAP residieron en una serie de innovaciones que le permitirían ir por delante de su tiempo, entre las que destacaríamos las siguientes: a) Las nuevas relaciones entre el editor y el autor. Una se las más importantes sería sin duda la dignificación del oficio de escritor a través de sus contratos. Hasta no hacía mucho afamados autores como Galdos, Pardo Bazán o Valera se veían obligados a editar sus propias obras, cuando no a renunciar a su distribución, lo que fue norma durante todo el siglo XIX. Esta tendencia sólo se pudo romper con la creación de El Cuento Semanal, un nuevo producto editorial, lanzado en 1907, que consistía en una colección de cuadernos de unas 30 páginas que alcanzaron tiradas elevadísimas y que pretendían llegar con un producto de mayor calidad al lector de la novela por entregas, e incluso de incrementar su número. A ello habría que sumar la iniciativa de la editorial Renacimiento, que en palabras de Alberto Insúa, promotor de El Cuento Semanal, impuso un proceso “revolucionario” ya que “no sólo comenzó a respetar, y aún a acrecentar, los derechos de autor, sino que firmó con algunos autores aquellos contratos en que brillaba la cláusula de asignación mensual como anticipo de derechos”13. Es en este panorama en el que entra la CIAP, recogiendo el testigo de la editorial Renacimiento, sin perdonar “esfuerzo ni sacrificio para procurar la mejora de su situación moral y material”14. La Compañía estudiaba las posibles ventas del autor y en vista de la prospección fijaba unas rentas en concepto de adelantos sobre derechos de autor. A muchos autores les supuso el liberarse de los apuros económicos, pero también en caer en las garras de la exclusividad de su producción impresa, ya fuese en el ámbito del libro o de las publicaciones periódicas. Buena prueba de la forma en la que encauzaban las relaciones entre el editor y el autor es la que dio a Juan Ramón Jiménez, quien había tenido tratos, ya para la publicación de sus propias obras ya para las traducciones de Rabindranath Tagore, con Calleja, Calpe, la SGEL, Renacimiento, aventuras editoriales en las que en más de una tuvo un gran protagonismo. Tentado por las condiciones ventajosas de la CIAP firmo un contrato de exclusiva. Bajo la denominación de obras completas entregaría a la editorial un volumen al año y cedía el derecho a reimprimir las ediciones de obras 13 Pérez de la Dehesa, Rafael: “Editoriales e ingresos literarios a principios de siglo” en Revista de Occidente, nº 71, febrero, 1969, Madrid, páginas 217-228. (página 225). A este respecto es interesante también consultar la obra de Monguio, Luis: “Crematística de los novelistas españoles del siglo XIX en Revista Hispania Moderna, XVIII, (enero-diciembre 1951) (16) (páginas 111-127)